Las narrativas distópicas tienden a enfocarse en el lado oscuro y cínico de la humanidad. Despreciamos aquellas que se basan en los pequeños gestos de la vida diaria. ¿Cómo hacemos que lo bueno sea atractivo? Nuestro activismo no debería sólo invocar el dolor por la pérdida, la guerra, la codicia... porque también puede servir para invocar preguntas que necesitamos que sean respondidas. Vivir sin comprometerse realmente con el significado de la vida para olvidar nuestra mortalidad, nos aleja de vivirla en plenitud, de sentirla, de experimentar la belleza en toda su grandiosidad . . .
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